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29 de agosto de 2007

Desde el Cono Sur...

Una invitación

Lorena Victoria S.


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Santiago, CHILE.- “Nabucco”, la ópera de Verdi, está desde la semana pasada en la cartelera del Teatro Municipal, ubicado en el centro de la ciudad. La presentación del sábado en la tarde incluyó elenco internacional y una gran puesta en escena, aspecto que consideré atractivo para llevar a mi hijo mayor.
Me acordé de mi infancia, de los paseos culturales organizados por mi padre, donde no podían faltar el ballet o los conciertos clásicos. Vestido y cintas en el pelo incluidos… Las voces, los trajes, los instrumentos relucientes.


Sin embargo, mientras trataba de comprar boletos por teléfono, una conocida me sacó de la nostalgia de un solo paraguazo: “Pero, ¿para qué llevas al niño? ¡Pobrecito!”
Luego de esta frase, me puse a buscar antecedentes sobre preferencias y tropecé con una encuesta realizada en Argentina por TNS Gallup, en mayo pasado. En ésta se indica que la música clásica pasó del 17 al 8% de las preferencias en apenas unos años, siendo la caída más estrepitosa junto a la lectura de libros. Y la constante en el resto de nuestros países, salvo leves matices, debe ser más o menos la misma.
Todo parece indicar que a la hora de hablar del repertorio clásico, el referente familiar que registra un buen trozo de la población es, apenas, el “Ave María” escuchado en las iglesias.
Pero no creo que el tema central aquí sea el aburrimiento del oído. Como bien resume un blog que estuve revisando, “la diversidad y complejidad de la música clásica puede llegar a intimidar a cualquiera”.
Si bien no quiero insistir sobre el ya conocido “Efecto Mozart”, sí creo importante recordar que la música clásica estimula las neuronas del cerebro, incidiendo de manera directa sobre la inteligencia y el comportamiento.
Y seguimos sumando: pruebas científicas han demostrado que los niños que crecen cercanos a ella, demuestran más capacidad para las matemáticas y mejor rendimiento en la lectura; los que cantan o tocan algún instrumento obtuvieron hasta 52 puntos más en pruebas académicas.
Un experimento realizado con estudiantes confirmó que aquellos que escuchan 10 minutos de la “Sonata para dos pianos en re mayor”, de Mozart, antes de un examen, obtienen mejores calificaciones.

¿Por dónde empezar? Bueno, cada cinco años los oyentes de la emisora londinense Classic FM votan para elegir las obras más populares de los últimos 500 años. Y aunque pretendo resumir una guía para dar los primeros pasos en la apreciación de la música clásica, les adelanto que el listado del 2005 incluyó el “Concierto para piano y orquesta No. 2” (1900) de Rachmaninov; el “Concierto para clarinete, K622” (1791), de Mozart; el “Concierto para piano No. 5 Emperador” (1809), de Beethoven, y el “Concierto para violín y orquesta No. 1” (1867), de Bruch.
Con tantos estudios a favor, mi invitación es la siguiente: asistan a los conciertos que estén a su alcance, o a cualquier espectáculo cultural. ¡No importan los comentarios! Si mi padre no me hubiese llevado, quizá hoy no estaría escribiendo al respecto.
Compren discos o al menos bajen algunas piezas en MP3 que pueden conseguirse fácilmente en Internet. Otra opción es You Tube. Sin entrar en reflexiones profundas, lo más importante es conocer la música. Disfrutar escuchándola. Cerrar los ojos y permitir que nos conmueva, hasta las lágrimas. Y ello aunque no sepamos exactamente por qué.


* La autora es periodista.

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