Raquel Lugo
Cuando mi amiga Manuela me pidió que colaborara con una columna para este proyecto, por el cual la felicito, pues el mismo comienza a tener una buena acogida, comencé a darles largas a la idea, esto porque siempre he dicho que el día en que me dirija hacia los lectores a través de una columna, su contenido debe estar basado en el optimismo y en llevarles mensajes de aliento, en vez de saturarlos con la política, los problemas sociales, entre otros temas, que inundan a la población.
Si cada día al levantarnos damos las gracias a Dios por permitirnos ver un nuevo amanecer; por poder darle los buenos días y un caluroso abrazo y beso a nuestros seres queridos; poder compartir con nuestros compañeros de trabajo y regresar sanos y salvos a casa, entonces podemos decir con certeza que “la vida es bella”.
Hace un tiempo que me fijé como meta cambiar desde mi interior, y gracias a Dios lo he logrado, pues es él que me ha enseñado que cada cosa obra para bien y que sólo nos puede ofrecer aquellas que nos convienen.
Si de algo debemos estar claros es de que estamos en esta tierra de paso, por lo que cada momento debemos vivirlo como si fuera el último, dejar a un lado las vanidades, el egoísmo y la envidia, y tener siempre presente el mandamiento de Dios de “querer a tu prójimo como a ti mismo”. Disfruta, pero disfruta con Dios, con tu familia, con los amigos, porque lo demás pasa, y el tiempo no da marcha atrás, y es que “la vida es bella”.Por todo esto quiero compartir con ustedes el siguiente proverbio chino:
“Si hay luz en el alma, habrá belleza en la persona;
si hay belleza en la persona, habrá armonía en la casa;
si hay armonía en la casa, habrá orden en la nación;
si hay orden en la nación, habrá paz en el mundo”.
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