SANTO DOMINGO.- Han
pasado tres décadas, desde 1985, cuando se anunció en Cuba que la obra teatral Bolo
Francisco, de Reynaldo Disla, era la primera
pieza dramática dominicana ganadora en la categoría Teatro del certamen anual de la prestigiosa institución cultural cubana.
A 30 años
de aquel veredicto, Bolo Francisco ha
sido montada por la Compañía Nacional de Teatro y se ha estrenado en el marco
del Año del Teatro, con un
montaje creativo y cuidadoso, que ha permitido redescubrir talentos de
dirección y actorales que han estado ahí siempre, aun cuando no siempre han
sido el centro de la atención de los medios.
Bolo
Francisco es una de las piezas teatrales que con mayor autenticidad representa
el drama social dominicano. La otra precedentes es Pirámide 179, que dirigió
Rafael Villalona, recién llegando de la URSS, en la misma sala de Bellas Artes, girando al tema fronterizo y
produjo un notable impacto en la sociedad dominicana, al
romper moldes y llevar con elevada compostura artística, un mensaje socialmente
comprometido.
El primer factor que Bolo Francisco tiene a su favor es el hecho textual. Un librero respecto del cual
no hay dudas de su brillantez y creatividad, dado el ejercicio de Reynaldo Disla.
A su texto se agrega la dirección de Claudio Rivera uno de los cinco
mejores directores teatrales dominicanos,
quien muestra madurez y sentido expresivo al extraer lo mejor de cuantos elementos
fueron puestos a su cargo.
Rivera
evidencia arrojo al experimentar con los
aires y símbolos, las máscaras zoomórficas con una notable y sugestiva
tendencia al carnaval, la coreografía rítmica, manejando con acierto una masa
humana que sobrepasa el valor individual de lo histriónico concebido en su
valor como expresión de conjunto, en la cual las partes agregan un sabor
compartido por ellas y el público.
Actoralmente
Miguel
Bucarelly, uno de esos actores de tremendo desempeño en las tablas, entrega
mucho más que perfección: MaggiLiranzo, otro de los tesoros actuantes del
teatro dominicano, envuelve al público con su estela roja de bruja artesanal y
luego como campesina oprimida y Yorlla
Lina Castillo demuestra la fidelidad de su compromiso con el teatro.
Amauris
Pérez ratifica sus condiciones de actuación
destacable, tanto para cine como para teatro y Ernesto Báez, imponente y
opresivo como el teniente Then y Mazúmbula, simplemente está grandioso; Canek
Denis es otro talento con un potencial que evidenció desde sus tiempos en la
Escuela de Teatro de Bellas Artes. Está fantástico como militar; Gilberto Hernández,
Cristela Gómez y Wilson Ureña nos dejan esa sensación satisfactoria de lo bien
logrado.
Se siente
una estética del color en el
vestuario que da un sabor “comic”, aportando vivacidad a las escenas en
yuxtaposición armoniosa con el rendimiento actoral del equipo.
La
presentación última se hizo el domingo en la Sala Máximo Avilés Blonda, del
Palacio de Bellas Artes. Debe remontarse de nuevo con mayor promoción.
Bolo
Francisco debe ser adaptada a una producción en video o pensar en una
producción de cine, que le permitiría la proyección que un trabajo de este
tipo, merece.
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